domingo, 12 de octubre de 2014

De mis luchas, manías y obsesiones





Estuve harto rato sentada en mi cama, de piernas cruzadas, mordiéndome los dedos sabiendo que tengo muchas cosas que hacer a esto de las doce de la noche, pero no sabía bien por dónde empezar.
Y es que últimamente tengo la mente un poco nublada de tonteras y cosas sin sentido que me cuesta pensar.
Esto debería servir de base para un futuro análisis psicológico de mi, a veces, ambigua personalidad. Porque tengo muchas manías, muchos miedos y muchas luchas internas incontrolables, por lo menos dentro de mi rango de locura momentánea. Cuando esos vientos un poco difusos pasan, las aguas se calman, pienso con claridad, dejo de morderme los dedos y comienzo a tener consciencia de lo que como y de lo que hago.
Pero ahora estoy confundida, bien y harto confundida en medio de la noche, con Beirut de fondo. Calma, voy a bajarle un poco el volumen.

El primer paso es aceptar que uno está loco. Ya, quizás si digo "loco" la gente más idealista dice "yo vivo mi locura" ay niña qué loca, qué joven y alocada. Pero no. Uno de verdad tiene un problema y lo sabe y lo reconoce y lo mastica hasta digerirlo, pero lo que le cuesta más (y pucha que cuesta) es hablar del trastorno con naturalidad y tratar de evitar victimizarse.


Hablo de mi ansiedad, mi manía de querer cambiarme tan radicalmente que no me controlo. Y cuando pienso ingenuamente que todo anda bien, basta el más mínimo estímulo para desordenarme el esquema y trastornarme la realidad. Porque vivo bajo esquemas, porque soy bien capricornio para mis cosas. Aunque quiera ser un alma libre de mi misma, me cuesta.


Partamos citando algún horóscopo random de internet que defina a este signo del zodíaco con cachos:



Su símbolo es una cabra-pez, es un animal mitológico que une las profundidades de las aguas con las cimas de las montañas. la cola del pez representa la lucha por no perderse en lo abstracto y lo emocional o su temor a no verse atrapado en sentimentalismos y emociones que nublan la razón; en el caso de la cabra representa la supervivencia y la capacidad de vivir con poco y de trepar por las montañas más escabrosas (superar dificultades). Nadie le regala nada a un Capricornio.
Saturno representa todo aquello que se percibe como una carga pesada, responsabilidades, deberes, carencias…con el fin de madurar. No se percibe la libertad hasta que no se termina de cumplir con el deber. Todo esto es el espíritu de un Capricornio.
Lo que quiere, lo consigue. Se concentra excesivamente en su objetivo y hasta que no termina no puede dedicarse a otra cosa, un ejemplo sería que no podría salir de fiesta si tiene deberes pendientes, se sentiría culpable y no disfrutaría en la fiesta.

Igual como que me identifico un poco. La Pili una vez me dijo que el problema de mi signo (y de mi misma, porque me tiene bien identificada) es que una vez logrado el éxito, no lo disfrutaba. Y es algo que debía aprender a superar porque sino, la vida se me iba hacer amarga. Y fijaté que no sé si sea al pie de la letra todo lo que dice el signo de mi, pero si de algo estoy segura, es que soy tremendamente ambiciosa, soñadora, exitista, sentimental, luchadora, perseverante, reflexiva, extrovertida.

Ya, igual qué lindo que uno luche por lo que quiere, sin embargo no soy capaz de dejar de comerme los dedos o decir que no a un plato de papas fritas. Y todo se desmorona cuando empieza a salir el sol y hay que usar vestiditos, esos que me gustan tanto, y sentirme una vaca. Obvio que no soy una vaca pero tengo ese complejo tan incrustado, desde chica, que choca mi propia voluntad con lo que quiero ser y todo me pone nerviosa. Soy nerviosa, quiero abarcar todo y después me quejo porque nada me resulta.

Pero basta de quejas, si tomé el notebook para escribir en lugar de ponerme a leer el documento de geoquímica o cualquier otra cosa que en verdad valiese la pena, fue porque quería empezar a solucionarme escribiendo.

Borrón y cuenta nueva.-

Cerrar los ojos con Beirut, Sigur Rós, Mogwai, Gotye, ha sido mi motivación para querer armar mi camino espiritual, porque estoy segura que nací para tener una vida increíble, aunque a veces por puras cosas tontas puntuales aflojen un poco mis ganas.
Nací, más que para "triunfar" (claro que sí campeón), para superarme a mí misma, para soñar y hacer realidad esos sueños. Cuando uno sabe bien lo que quiere, lo demás se da solo. Pero ese es justamente el punto, saber bien qué es lo que realmente uno quiere. 
Cuando me hice esa pregunta, hice una lista con mis más profundos sueños y cosas vagas:
- Hacer estudios de postgrado en glaciología y ciencias de la tierra
- Escribir en la revista National Geographic
- Viajar mucho, conocer Latinoamérica, Europa, India, muchos lugares, para luego conocer Islandia
- Irme de intercambio a Europa
- Dedicarme a investigación
- Hacer algún programa de televisión viajero/educativo relativo a geología
- Hacer un voluntariado tanto en el país como en el extranjero
- Recorrer la carretera Austral en bicicleta
- Correr los 10km en menos de una hora
- Bajar de peso :c sentirme regia
- Pintar cuadros
- Subir muchos cerros y ser una gran andinista
- Hacer mis prácticas en terreno o en el extranjero
- Lograr mi vida espiritual/pacífica soñada
- Subir la cuesta barriga en bicicleta
- Aprender fotografía
- Hablar bien inglés
- Comer sanito

Ya, ahora vienen las risas mías y la de mis cercanos y el "no querís ná". Bueno, es verdad, pero la verdad es que me gustan un poco las metas altas, y lo bonito de este momento es que siento una motivación interna que no me deja tranquila y estoy inquieta, muy inquieta. Pero inquieta sonriendo y expectante por lo que el futuro me tiene preparado.

A modo de resumen, el hecho de haber tenido una reunión con Gino Casassa y Cedomir en Geoestudios, que me hayan presentado como futura colega y me hayan invitado a participar en el terreno próximo en el cajón (además del taller de la criósfera), me deja con una esperanza sin límites. Lo malo es que si las cosas no se dan como espero, posiblemente el golpe sea bien fuerte. Pero por ahora prefiero soñar, seguir soñando, seguir fluyendo. Porque eso es lo que quiero, total libertad de mi misma, de pensar, de hacer, de armar mi camino.
Desde que fui a la patagonia este año, me enamoré de los glaciares, los hielos eternos, el paisaje, el territorio, todos los miles de años que hay en esas masas frías llenas de vida. Me gustan los cerros, me gusta la naturaleza, y comprendí en ese momento el por qué las cosas no se dieron en un principio como esperaba. Entendí por qué el puntaje no me dio para Medicina, pero sí para entrar a Beauchef. Comprendí que mi destino era ser geóloga, tal y como estoy en proceso. En un proceso cambiante, oscilante y no exento de dificultades, porque pucha que costó harto ver la luz "al otro lado del río" como diría Drexler.

Antes me atribuía las características superficiales como netamente mías y odiaba cuando alguien las copiaba e imitaba. Ahora a mi eso no me viene ni me va, porque sabes? soy influencia también. No soy estática ni nadie lo es. Comprendí que somos todos un proceso cambiante, así multicolor, y si antes pensaba que algo era negro, hoy pienso que es gris y posiblemente mañana pensaré que es blanco. Nadie lo sabe.

Hace 5 años escuché Sigur Rós y me aburrió, hace 3 los escuché de nuevo y conmovieron mis momentos. Uno nunca sabe. Por lo mismo soy influencia, y también yo influyo en otros. No vale la pena mirar para el lado y ver lo bien que le va al otro si uno tiene una vida magnífica por la cual hacer camino. Y si hay algo que hoy me mantiene viva, enérgica, es todo eso que espera allá afuera (porque estar todo el día en la U en verdad apesta un poco, por no decir agota, eso queda chico.)Por como estoy abriendo un poco el cascarón y disfrutando de mis espacios, con una vibra tan cuática que en serio cuesta describirla.

Los placeres de la vida son todo lo que hacen del hombre un ser íntegro, es compartir lectura, vida, voz, música, viajes, sueños, cultura, educación, amor al conocimiento, familia, sonrisas. Las cosas simples.

Suena muy cliché, pero son esas cosas simples las que más le hacen feliz a uno, y por lo mismo este es un escrito que me recuerda fervientemente que soy parte de esas cosas simples, y que por simples ansias o miedo de algo, olvido llevar a cabo.

No hablaré en tercera persona, sino en primera, de las cosas que más me gustan, me hacen feliz y de alguna forma son incentivo para mis metas mayores. Al psicólogo que algún día lea esto dejo la pregunta: ¿Cómo se enlazan estas acciones con la motivación posterior para llevar a cabo las cosas más grandes, las de mi lista? Puede ser que yo misma descubra esas respuestas en el trayecto de la redacción, pero la planteo ahora porque siento que es un escrito de recordatorio y autoconocimiento a la vez. Somos tantas cosas y es difícil ser solo algo. 

Cuando ando en una buena órbita, amo encender un incienso en mi pieza, poner su buena música que me haga sentir una vibra espiritual potente, sacarme los zapatos, ponerme el pijama y pantuflas y hacerme un té de hierbas. Tengo mi propia cajita que, en los mejores tiempos de fuerte positivismo, la tengo llena de hierbas, té verde, rojo, blanco y otras esencias. No soporto tener mi pieza desordenada. De hecho, cuando ando de buena gana, la ordeno bien rápido, al ritmo de la música, y me pongo a estudiar. Y pucha que me hace sentir bien estudiar cuando ando así, siento que soy capaz de lograr todo. Cuando mi energía anda baja, ver mi pieza desordenada es peor, y no estudio o saco la vuelta. Me deprime ese desorden, aunque sea mínimo, aunque sean un par de zapatos y un polar esparcidos en el suelo.
Cuando ando un poco confundida de mente, ando más metida en facebook y saco más la vuelta. Pierdo el foco, y mi fuero interno me grita que no está bien, que tengo que hacer las cosas correctas para alcanzar mis metas, pero no me da ni para cerrar la pestaña del computador. Así de floja. Pero cuando ando bien, facebook ni lo abro, ando con mi mente dedicada a leer cosas interesantes, en comer sano (de hecho son los días en que llego a mi casa y me hago ensalada con atún, y como una fruta de postre y sigo bebiendo té), en estudiar, en ser productiva, en investigar y nutrirme de cualquier cosa.
Cuando ando con la energía cósmica del universo rigiéndome, no me da lata lavarme los dientes por la noche ni lavarme la cara con jabón anti granos. Me doy el tiempo para echarme crema después de bañarme y hasta me acuesto más temprano. Y eso me hace feliz. Al otro día no me cuesta levantarme temprano (bueno, no tanto, porque igual soy dormilona) y cuando termino de correr, me siento super motivada a seguir superándome en esto del running, a comer sanito, a disminuir los tiempos, en progresar.
De hecho, cuando no como azúcar me siento con más energía. Pero al primer dulce que me echo a la boca se va todo a las pailas, pero bien a las pailas. Comienzo a comer a deshoras, como chocapic(signo claro que se me desordenó todo), compro pasteles donde la Sonia, saco la vuelta, y todo es un círculo vicioso.

Me hace feliz todo eso de la vida sana porque es lo que siempre he querido seguir y perseverar, pero mi medio hace que no tenga el contexto suficiente para lograrlo (ahí viene la victimización) y no interiorice del todo este camino que es: comer bien, hacer ejercicio, estudiar, vivir de modo armónico, sonreír, volar, soñar, lograr los objetivos. ¿Es esa entonces una identidad inventada?¿Qué es? Incluso he cambiado mi forma de hablar por una más ruda y golpeada, y no sé si es porque esté más decidida en mis propósitos o lo veo como un camino para llegar a ser algo, o porque es un comportamiento que imito de otras personas que han conseguido ese camino que también quiero lograr. Es cuático. Quizás me cansé de que físicamente parezca una niña tierna con cara de hamster. Quizás quiero demostrar algo o quizás estoy cambiando.

Sé que mi carácter es fuerte y no estoy muy interesada en parecer amorosa o buena niña, porque no lo soy. Porque sé que uno de mis principales defectos es ser individualista, y si me pongo buena persona sería como estar actuando. En realidad, la gente que me interesa con los míos y cuando identifico a quienes son los míos, soy la más amorosa del mundo. 
Me cuesta engancharme realmente de alguien, y después de todo lo que ha pasado, mi ser actual no quiere compromisos de ningún tipo, pero sí espera muy interiormente que el próximo sea alguien gracioso, relajado, inteligente y que vibre junto a mi en el camino. No que sea como yo, pero sí que en esas cosas, esenciales para mi, sea capaz de armonizar el momento juntos. Porque quiero llenarme de un relajo espiritual. ¿Por qué? porque las personas que más admiro y analizo son las que comparten gustos parecidos a mi pero además tienen ese hablar pausado, esa paz interior, un físico acorde con lo que son y tienen objetivos claros en su vida.

Hace poco iba re bien con ese plan, fijaté. Pero con el festival y la llegada de los brownies, se me fue todo a la chuña. Ahora me cuesta caleta enfocarme en las cosas que sí valen la pena, pa mi que soy adicta a la comida o algo así, si hasta ganas de devolver todo me han dado. Pero no tengo 15 sino 21 años y estoy harto vieja para andar haciendo esas cosas. Antes iba re bien con el estudio, ahora me ha costado más que la cresta retomarlo. Pero una vez que me da el golpe de inspiración, no paro.
Y es que con tanta chelita post estudio, tantas papitas post control, tantas sacás de vuelta en geo, es imposible compatibilizar tantas cosas.

Necesito un respiro, y ese respiro lo siento cuando abro las revistas de viajes, o reviso mis fotos o sueño con visitar algún lugar o hago cosas relacionadas a una cultura diferente.
Es extraño eso, tengo ganas de vivir sola en un departamento, tener puras cositas sanas, integrales, orgánicas, con hierbas y lechugas y frutas de todos los colores, vestirme con bombachos sin miedo a verme rechoncha, hacer yoga, irme en bici a la U, hacer un collage de fotos en alguna pared, tener en un rincón una cámara reflex, una polaroid y una análoga, mi guitarra a otro lado, una radio para poner mucha mucha música, incienso, mis libros, mis cuadernos, una repisa con muchas rocas, verme menudita, siendo constante en el hacer ejercicio, tomar mate, invitando amigos a compartir una conversa, vivir una vida espléndida y casi idealista.
Salir a los cerros los fin de semana, vivir desconectada de la realidad donde sólo sea la montaña, la carpa, tu saco y tú, en el cielo y las estrellas, con música de fondo. Si, música, y todo lo demás, la envidia, los celos, la gente y los cahuines, el estrés, los estereotipos universitarios, queden a un lado. Vivir la vida libre y de modo espiritual. Dar amor. Sentir amor.
Por eso cuando fui a la ceremonia de sonidos me sentí llena de vida, porque todo era amor. Todo era paz. Escapar un rato de la monotonía esta que te hace pedazos.

Y tanto que me cuesta pararme, decidirme y darme otra oportunidad para empezar. Ahí mi voluntad flaquea, sé lo que quiero pero pucha que me cuesta ponerla en práctica.

Terminemos en algo.-

Pasaron dos horas, ¡dos horas escribiendo esto! recomiendo a esta hora la canción Save Me, de Gotye, porque la escucho y me siento en África, así como un atardecer en plena Sabana. 
Hace horas me sentía desganada, ahora me siento con un poco más de energía para publicar esto, cerrar el note, lavarme los dientes, lavarme la cara, tomar mis cuadernos, meterlos a mi mochila, arreglar mis cosas para ir mañana a spinning, y hacer todos mis trámites para que mi intercambio vea luz verde. De a poco se vuelve a llenar la batería, pido por favor que esta vez el camino no se me desvíe.








viernes, 10 de octubre de 2014

Alma disgregada

Caminaba abstraída ella, muy contemplando sus propios pensamientos, hasta que se cruzó con Pascual de pronto y muy sorpresivamente quedó petrificada, en aquella calle de Blour Montés. Sus ojos castaños se tornaron exaltados, y en un intento de parecer arreglada, alisó con sus manos un mechón rebelde de pelo. "¡Pascual!... Tanto tiempo, ¿Cómo estás? Pensaba que aún seguías en Barcelona, pero veo que no jaja qué tonta soy, por supuesto que estás acá, olvida lo que dije" y sus mejillas se encendieron, como siempre, pero pese a lo ruborizada, estaba feliz: su mejor amigo había regresado. "Sabía que caminabas al negocio de la Toti a esta hora, así que quise que esto pareciera casual. Te ves espléndida, por lo demás, Alma"
"Espléndidamente destrozada, querrás decir" pensó en su fuero interno. 
Ese momento incómodo en el que se queda uno mirando fijo al otro con una sonrisa forzada, sin saber bien qué decir sin que parezca actuado, pareció durar horas. Balanceándose mutuamente, casi como una escena infantil, no podían quitar las sonrisas de sus rostros un poco aturdidos.
"¿Vas apurada?""No", contestó rápidamente. Y como la gente tiene esa manía de ser impulsivo en el momento menos oportuno y darse cuenta de lo evidente luego de terminar la frase, trató de arreglar la situación diciendo que bueno, que estaba un poco apurada porque tenía que terminar un informe, pero que podría hacerlo luego porque qué va, un amigo, mil que no te veo, Pascual obvio tomémonos algo.

Pascual se había marchado hace cinco años atrás, pero el recuerdo amargo de esa despedida que no fue los había alejado a ambos, al tanto de que cada uno por sí mismo prefirió no hablar del otro por lo mal que venían esos recuerdos. 
En abril de ese año, Damián, Ítalo ni nadie existían, y el mundo de Alma tenía cuerpo de colegio y espíritu de niña. El mundo de Alma era Pascual, la Maite, la familia.
- Alma, te quiero
- Yo también, enfermo
- Alma, me gustas
- Ya empezaste con eso... acuérdate que tenemos el pacto de casarnos en el futuro si llegamos solteros a los treinta. Es un hecho. Por mientras déjame a mí con el niño de la micro y tú con la Rafa. Y aprovecha de despedirte luego mira que esa niña va a sufrir.
- Alma mírame

Y en ese preciso instante en que los ojos castaños se cruzaron con los otros ojos castaños de Pascual, un poco más grandes, lo comprendió todo. Ese cambio en la forma de mirar es lo que más marca las relaciones humanas, transmite sentimientos, emociones, y puede incomodar de una manera terrible si no se hace la introducción necesaria.
¿Qué era Pascual en ese espectro de sensaciones que se viven a los 17 años? Un vecino, con el que jugabas desde chica, qué más da, le conoces toda una vida. Lo ibas a extrañar, por supuesto, pero sabías que iban a seguir juntos porque los amigos son para siempre. En fin, toda esa cháchara mitad parafernalia mitad verdad que surge.

- No me quiero ir pensando en que nunca lo notaste
- ¡Pero Pascual! ¡Somos amigos! ¿Por qué me dices esto ahora?
- No sé, me nació
- Imbécil
- Ya pero para que me tratas así
- Porque sabes bien que siempre te he mirado como amigo
- Eres muy lesa
- Y tú un mentiroso, pensaba que era tu amiga
- El que me gustes no quita que seas mi amiga
- Mentira, a mi me gusta el niño de la micro y nunca podría ser mi amigo. Me mentiste
- Bien, quédate con eso. No debí haberlo dicho
- No, ahora estoy incómoda
- Alma, ¿no te gusto?
- No, no me gustas. Te gusta la Rafa, sales con ella, todo con ella, pobre, y tú mintiéndole, para peor. Mira, sabes bien que me incomodan estas cosas, me quiero ir a mi casa. 
- Te voy a dejar
- No, no quiero
- Alma, no te pongas como niña de kinder. Te voy a dejar, y seguimos todo normal, ¿te parece?

Caminaron en silencio, pero Alma estaba distinta. Pascual se iba en una semana y estaba en la duda de si despedirse ahora o aprovechar lo último que le quedaba en Chile saliendo y compartiendo con él. Ahora era todo tan distinto...

- Nos vemos mañana
- No sé, te aviso
- Okei, chao
- Chao

Y ese nos vemos nunca fue, hasta el día antes de partir, en que Alma caminó hasta su casa cerca del atardecer, tocó la puerta, y le abrió la puerta Pascual, con un aire extrañado. Sin duda estaba pasmado por la visita. Dentro de la casa habían luces de colores y música ambiental.
- Alma, pensaba que te habías desaparecido
- Me vine a despedir, ¿Puedo?
- Si... - y un poco menos desconcertado, giró su cabeza y miró al interior de la casa
- Hay fiesta y no me invitaste, ¿es eso?
- Algo así. Es la despedida familiar
- Ah, es entendible- y en el momento de terminar la frase, una muchacha colorina se asomó con ojos vivaces a la puerta. 
- Hola Rafa, pensaba que era despedida familiar
- ¡Alma! Pascual me contó que estabas apenada por su viaje, ¡pero menos llanto y más acción! entra a tomarte algo, están todos los cabros del curso despidiendo al Pascu. ¡Pensaba que no ibas a venir!
- Tranqui Rafa, si vengo a algo puntual, tengo cosas que hacer a la noche.

Apenas Rafa se dió vuelta, Pascual trató de explicarle a Alma el por qué no la había invitado.

- No me digas nada, no me interesa. Que te vaya bien en tu viaje. 
- Alma, no te enojes...
- ¡¿Que no me enoje?! invitaste a todos esos tipos que los conociste hace menos de un año y a mi, que se supone que somos amigos, ¡nada! ¿Sabes qué? Venía a decirte que sentía como te había tratado la otra vez pero me da lo mismo ya, sigue tomando cerveza como pendejo y agarrándote a la colorina esa, enfermo.

Fue la partida más triste e inesperada que alguna vez siquiera imaginó Pascual. Cinco meses incomunicados, cinco meses hasta que leyó su mail.
"No sé por qué dije esas cosas la última vez. Quizás pudo haber sido rabia, pero también celos. Te extraño más que nunca. Te quiero."
Pero Pascual olvidó contestar el mail, quizás por desgano, quizás por el dolor que significó para él el rechazo de quien quiso mucho. A la que siempre quiso, su amiga y compañera.

Ahí estaban los dos, caminando ahora por el Parque La Escondida, buscando el local ambientado en los años 60, ahí con los Beatles, los Doors, Woodstock, y la ráfaga de recuerdos sin vivir de la época de las flores y los pelos enmarañados.

Pascual era un hombre, Alma era una mujer a ciegas.

Pidieron una jarra de terremoto, unas papas fritas con ketchup y comenzaron a beber y a reír por las costumbres chilenas tan olvidadas por Pascual durante su estadía en el viejo continente. El hombre que Alma miraba era un tipo de pelo castaño hasta los hombros, con un aro en la oreja. No había perdido la costumbre de reírse por todo, pero su mirada se había hecho más profunda y más conmovedora. Andaba con un chaleco de lana gris y un cintillo tejido, para despejar su cara, y su polera rezaba "Fluir sin un fin". Ya no era el niño esquelético de polera negra con pantalones ajustados de hace cinco años atrás, sino que era un joven con un poco de panza medio hippie, relajado y vibrante.

- ¿Qué ha sido de ti, Alma?
- Muchas cosas jajaja.
- ¿Al final conociste al niño de la micro?
- Si, resultó ser un imbécil. ¿Hace cuánto llegaste?
- No me vas a creer, pero hace dos días.
- Osea que llegaste y preguntaste por mí.
- Si, que poco egocéntrica eres.
- No se me ha quitado eso, aunque me juega en contra la mayoría del tiempo.
- Lo sé
- No sabes nada
- Sé todo
- ¿Qué sabes?
- Que pololeaste con Italo, siempre supe que ese niño andaba detrás tuyo
- Ni siquiera lo conocías
- Si, era amigo de la Su
- ¿Tu hermana conocía al Ítalo? - Se rió sarcásticamente y añadió - Ítalo no hablaba con nadie, era muy introvertido
- Lo sé, a mí me extrañó saber que eras su polola.
- Cosas que pasan.
- Si. - y Pascual se tomó el trago que quedaba al seco
- Ah, andai piola

Pascual se encogió de hombros y miró hacia la calle. Era un día nublado y el calor dentro del local reconfortaba de una manera única. Miraba de reojo a su amiga, quien jugaba con un mechón de pelo, haciéndolo un tubo. Estuvieron en silencio largo rato, cada uno absorto en sus pensamientos, no diciendo nada para no herir al otro, pero cada uno tenía razones de sobra para querer exigir explicaciones, aunque no sabían bien si era el momento oportuno.
Entre terremotos en silencio, entre tarareos al son de la canción de turno, acabaron dos jarras del brebaje y se miraron. Pascual rompió el hielo.

- Estoy feliz de verte
- Yo también. Estoy un poco sorprendida, es todo. Ya se me va a pasar
- Se nota
- Qué simpático, qué querías, ¿una fiesta de bienvenida? Así como para no invitarme, digo yo.
- ¡Qué graciosa! Ha pasado harta agua bajo el puente igual para que te acuerdes de esa estupidez.
- Te odié tanto... ¡Nunca me contestaste nada!
- No, no quise hacerlo. No te fuiste a despedir al aeropuerto. No me escribiste sino cinco, ¡CINCO! meses después de que me fui. Te acuerdas de una estupidez cuando yo soy el que vino a buscarte, a saber como estabas, compartir buenos recuerdos contigo.
- Si, está bien, yo soy la que cometió todas esas cabezas de pescado. Tengo que irme ahora, un informe me espera y no puedo perder el tiempo contigo.
- Te voy a dejar

Alma sintió un cuchillo en el estómago, un algo que le decía que por favor no fuera impulsiva y respondiera de acuerdo a su corazón y no a su orgullo. El orgullo es un ente que domina más que emociones, y nos deja solos, envenenándonos.

- Bueno.

Y en el intento de pararse, Alma se tambaleó y de pronto todo se transformó en remolinos a su alrededor. Apoyó sus manos firmes a la silla y mirando con seriedad a Pascual (o por lo menos eso creía) le dijo "Yo puedo sola"
Pascual movía la cabeza de un lado a otro, desaprobando lo testaruda que era su amiga.
Se pararon, pagaron y caminaron en dirección a la casa de Alma.

- Debe ser gracioso verme mareada
- No, es gracioso vernos un poco ebrios
- ¿También lo estás?
- Veo que soy bueno disimulando
- Si, desde siempre lo has sido
- Incluso borrachita te ves linda
- Déjame, no soy linda

Pascual paró en seco y la tomó por los hombros
- ¿Qué me dijiste?
- Que hay niñas más lindas que yo
- Si, pero eso no quita que seas linda
- Suenas como esos típicos jotes que te engrupen para que los pesques. Son todos iguales
- Veo que ha pasado harto más que Ítalo
- Júrame que pensabas que era una santa y pura de pololo eterno. No, y duré no más de un año con Ítalo, lo demás sólo han sido fracasos, Damián.
- ¿Damián? ¿quién es Damián?
- Perdón... es que como no te he visto hace tanto, se me confunden los nombres
- Te creo - y se echó a reír - En fin, ¿quién es Damián, y por qué lo nombraste?
- Damián es un compañero de U.
-  ¿Es amigo tuyo?
- No
- Entonces te gusta, no hay otra opción. Si no te gustara, no lo habrías mencionado.
- ¿Qué te importa quién es Damián? Es un tipo de la U no más, no te pases rollos.
- Ay, Almita, hay mucho que hablar parece. ¿Tu mamá está en la casa?
- Si, con mi papá
- No hay problema que vaya entonces a dejarte y de paso a comer algo
- ¡Mira! Voy a llegar con la cara llena de risa, borracha, a decirle a mis papás "¡mireeeen quieeeeeen llegóooooo! el tipo que me hizo llorar, que lo odié, ¡el ingrato! ¿Quién, si no? ¡él mismo! pase pase, tómese un café, da lo mismo si no nos hablamos en cinco años, ¡nos hablamos ahora, tomando terremoto en un local! Como si...
- Alma para. 

Y se sintió una estúpida. Todo su rabia interna había salido a flote, volvía a oír la voz relajada de Pascual y brotaba ira por lo que ella nunca podría ser. Por todos esos deseos frustrados, por querer ser algo que no existe. Algo efímero, una ilusión.

- Damián fue el que más me marcó este año
Y comenzó a contar su historia.

Alma no supo nunca que en el parque, ya de noche, se quedó dormida llorando contándole a Pascual todo lo que había pasado en su ausencia. Le habló de sus pololos, de lo perdida que andaba en la vida, de sus vacíos, del arte, de su hombre ideal, de la desilusión, de sus viajes, de lo mucho que nadaba contra la corriente y de lo sola que sentía. De cómo se sentía fea, de la falta de voluntad, de la pérdida de objetivos, Todo era un torbellino mezclado con alcohol y palabras enredadas. Pascual la acarició en el pelo hasta hacerla dormir, y en el frío de la noche, se la llevó en brazos hasta su casa.

Para sorpresa de ambos (una inconsciente casi, otro más lúcido), los papás de Alma no estaban, así que Damián se dirigió directamente a la pieza última del pasillo y recostó a Alma sobre la cama.
Pascual se sentó a su lado, la tapó y le hizo cariño en el pelo hasta que también él sentía cierto peso de cansancio en los ojos. Estaba en camino del sueño cuando una voz dulce le dijo débilmente "Gracias".

Pascual se sentía de nuevo en casa, tenía a Alma en sus brazos, como en los viejos tiempos. Ya nada importaba, sólo hacerla feliz mientras su mundo se volvía a recomponer.
Y es que Alma estaba tan dispersa, tan perdida, tan en el limbo...

Que de sólo pensarlo le dio escalofrío imaginar el volver a armar el rompecabezas de espejos rotos de su querida compañera. Ahí dormía a su lado, mientras el sol aparecía débilmente por la ventana y el informe esperaba por ser redactado.

Barcelona parecía tan lejano...
Esa niñita de ojitos vivaces, graciosa y segura de sí misma tenía dos opciones: o estaba escondida en algún lugar de su esencia, o definitivamente Alma había cambiado para no volver, lo que suponía un doble desafío: alzarla por sobre su mismo ego, hacerla sentir de verdad la mujer valiosa que era y por sobretodo, recuperar su dignidad.

Europa parecía una quimera...